Tres semanas después de haber sufrido una fractura en el antebrazo izquierdo durante el primer clásico cruceño, por la Copa Cine Center, Miguel Loaiza está mejor de ánimo y asegura que lo peor ya pasó. El hábil mediocampista de Blooming, que llegó a la academia entre bombos y platillos, acelera su retorno a las canchas, con un tono de optimismo, espera reaparecer en la revancha frente a la Universidad Católica, de Chile, por la Copa Sudamericana. El ‘10’ del equipo celeste habló de varios temas y resaltó el protagonismo que asumió Futbolistas Agremiados de Bolivia (Fabol) en defensa de sus afiliados por deudas de los clubes con los jugadores.
- ¿Cómo son los días de un futbolista activo y sin trabajo?
- Muy difíciles. Obviamente, el presidente de un club tiene toda la potestad de echar a un jugador, porque es el que lo contrata, pero también tiene la obligación de pagar. Un futbolista sin trabajo es lo peor que nos puede pasar, porque nosotros vivimos de esto. No se lo deseo a nadie. Si cuando uno está lesionado y no puede entrenarse es bien difícil, peor si es echado.
- ¿Conocés algún caso en particular que hubiera pasado por eso?
- Sé de muchos compañeros, y la verdad es que muy pocos tenían el respaldo pleno para seguir en otra actividad y responder ante sus familias. Yo también lo sufrí en carne propia cuando jugaba en Real Potosí.
- ¿Te echaron también?
- Así es; fue en 2004.
- ¿Por qué?
- No me llevaba bien con el técnico (Claudio Chacior); él decidió sacarme del plantel y me quedé sin trabajo. Lastimosamente por esos años no teníamos un gremio tan fuerte como ahora y, obligado por las circunstancias, tuve que abrir un negocio familiar, que por suerte nos va bien hasta ahora.
- ¿Qué hacías?
- Me las daba de visitador médico. Tengo una distribuidora de medicamentos en Potosí. Entraba a las farmacias a ofrecer los productos que teníamos a la venta.
- ¿Cuánto tiempo estuviste apartado del fútbol?
- Fueron seis largos meses sin poder jugar, muy difíciles para alguien que el fútbol lo era todo, pero gracias a Dios tuve el respaldo de la familia de mi esposa y juntos pudimos salir adelante.
- ¿A raíz de eso nació el negocio?
- Así es. Mi suegro vio que mi trabajo de futbolista era inestable y me ayudó a dar el puntapié inicial. Al comienzo éramos mi esposa y yo, durante tres años, pero el negocio fue creciendo, se fueron incorporando más trabajadores y ahora ella se encarga de todo.
- ¿Se siente humillado un futbolista cuando se llega a ese nivel?
- Por supuesto, pero creo que ahora tenemos más respaldo que antes. Con Fabol estamos más resguardados y más seguros. Después de lo que ha pasado recién nos hemos dado cuenta de que ya no somos una agremiación débil.
- Sin dar nombres ni club, ¿alguna vez te sentiste humillado por alguien?
- La única vez que pasé por un momento difícil fue en Real Potosí. Cuando Samuel Blanco era el presidente todo andaba muy bien; personalmente a mí me ayudó y mucho. Los problemas comenzaron para mí cuando llegó la otra dirigencia.
- ¿Qué impresión tenés de la dirigencia en general?
- Deja mucho que desear. Los que salimos a la cancha somos los jugadores, y los que damos la cara también somos nosotros.
- ¿Hay dirigentes que no saben de fútbol?
- Muchos, un montón, yo creo que la mayoría.
- ¿Y por qué están ahí?
- Deben tener algún interés, encima nunca se van, pero también hay que rescatar que me tocaron buenos dirigentes, y estoy muy agradecido con ellos, como Samuel Blanco, Wálter Mamani, y ahora la dirigencia de Blooming me parece que va por buen camino. No me puedo quejar porque desde que llegué me han tratado bien.
- Hay dirigentes que se andan quejando que ponen plata y más plata, ¿qué pensás?
- Debe ser que ponen, pero si yo fuera presidente de un club y pusiera la plata que dicen que ponen, y encima me tratan los jugadores, la hinchada me rechifla y la prensa me critica, entonces preferiría irme a mi casa. Yo no sé porqué ellos siguen, no me explico. Pero también hay dirigentes que han puesto muchísima plata y son recordados siempre, pero de esos hay pocos.
- ¿En Bolivia se respetan los derechos del futbolista?
- Ahora nos respetan más que antes; Fabol ayudó a muchos colegas. Nos sentimos un poco más seguros, y si seguimos así el gremio crecerá y asimismo el fútbol boliviano puede estar mejor.
- ¿Ahora están mejor con Fabol que antes?
- Claro, mucho mejor. Antes no se respetaba nada y los contratos los hacían valer solo cuando les convenía a ellos. Antes, los jugadores tenían que renunciar a mucho dinero para poder cambiar de equipo o cuando se presentaba una oportunidad seria de salida al exterior.
- ¿Por qué da la impresión de que el jugador extranjero es más ‘profesional’ que el nacional?
- Lastimosamente nuestro modo de vida en Bolivia tiene su influencia en esto, pero también la gente generaliza o saca rápidamente sus conclusiones cuando a un jugador lo ven en un restaurante y dicen que estaba bebiendo. Los futbolistas estamos expuestos a comentarios y por eso tenemos que ser más cautelosos, porque del futbolista siempre van a hablar lo peor.
- ¿Cómo se puede cambiar esa mentalidad de que el futbolista es un simple patea cuero y nada más?
- Con educación, preparándonos para cuando nos toque dejar el fútbol. Lastimosamente muchos jugadores no supieron administrar su dinero y tampoco estudiaron una carrera alterna. Así como se gana también se gasta, porque el futbolista necesita una vida de un nivel más alto, necesita gastar más en la alimentación, en su vestimenta, en vivir mejor. Es decir, no es mucho lo que se puede ahorrar, pero en muchas ocasiones se ha visto que aquellos que supieron administrar mejor su plata hoy viven mejor, y los que estudiaron, mucho mejor todavía.
- ¿Por qué siendo figura en Real Potosí durante buenos años, jamás te dieron oportunidad en la selección?
- Primero porque me tocó con técnicos que no juegan con enganche. Gracias a Dios el profesor Quinteros me llevó siempre, pero a la hora de decidir parece que me buscaba un puesto y obviamente yo no rendía como él quería. Pero en las últimas convocatorias me pidió que hiciera lo que yo sé hacer y dio la sensación de que estaba más a gusto conmigo, pero lastimosamente se fue. Lo mismo pasó cuando el técnico de la selección era Erwin Sánchez.
- ¿El tema de la estatura tiene que algo que ver?
- No creo. Lo que pasa es que hay técnicos que les gusta ser muy rígidos con su sistema, y en esa parte yo no soy muy flexible para jugar en otros sistemas, pero siempre trato de hacer lo mejor que puedo.
- ¿En qué posición te sentís más cómodo?
- Yo soy enganche. En cualquier sistema que sea, pero con enganche, puedo jugar, y lo puedo hacer bien, mejor que con otro sistema.
- Curiosamente siendo un jugador bajito rendís mejor en la altura, ¿volver a Santa Cruz no te va a afectar?
- No creo. En realidad nunca pensé en eso; en lo que sí pensé era que tenía que estar bien siempre, y eso es un desafío importante para mí. En la altura hay partidos que uno camina y juega bien, pero acá en Santa Cruz hay que correr, y mucho.
- ¿Qué diferencia encontrás jugando en altura o el llano?
- Aquí se corre mucho más, por eso hice una buena pretemporada. Justo cuando estaba poniéndome bien pasó lo que pasó, pero estoy seguro de que el equipo va a dar mucho que hablar en el torneo, porque tiene un plantelazo.
- ¿Te gusta cómo está jugando?
- Lo veo bien, me ha gustado mucho en los últimos entrenamientos y creo que nos irá muy bien en el torneo.
- ¿Y cómo vez al rival de Blooming en la Copa Sudamericana?
- Es un equipo complicado en los papeles previos, en realidad a veces uno no sabe contra quién juega. Universidad Católica es un grande de Chile, pero nosotros tenemos que demostrar que estamos en ese nivel, o quizás mejor.
- ¿Estás ansioso por volver?
- Cuento día a día los entrenamientos (se ríe). Quiero estar mejor, ya hice fútbol la semana pasada y me siento bien. Lo que pasa es que el aparato que me pusieron en el brazo me incomoda para correr, pero después no tengo temor.
- ¿Revisando las imágenes de tu lesión, ¿hubo mala intención de Brau (Mariano)?
- La verdad, no creo. Cuando uno va de ‘mala leche’ (actitud dañina) es porque es una mala persona, por eso no creo. Los defensores siempre van un poquito más fuerte que los demás y en una jugada de esas ocurrió todo. Por ahí a Brau se le pasó la mano, pero no creo que hubiera pensado en hacerme daño, al menos yo no lo haría.
- ¿Quién sintió más tu lesión?
- Mi hijo mayor (José Miguel). Ese día era su cumpleaños; le había prometido que íbamos a ganar ese clásico y que el triunfo se lo iba a dedicar. Imagínense ustedes, la pasó muy mal. Cuando fue a verme al hospital lloró; eso me dolió muchísimo, más que la lesión. Tiene suficiente edad para darse cuenta de lo que pasó. Por suerte entendió cómo son las cosas y es uno de los que más me apoyan.
- ¿Hubo lágrimas?
- Sí, pero no por mi brazo, sino por mi hijo. Ese día cumplía 8 años, su equipo perdió y su papá hospitalizado.
- ¿Recibiste llamadas?
- Muchísimas y de todas partes. Brau también me llamó y se disculpó conmigo. Yo le dije que se quedara tranquilo porque sé que el fútbol tiene estas cosas y que pronto van a venir tiempos mejores para mí y el equipo.
- ¿Cómo te imaginás al final del torneo?
- Festejando con Blooming, con la hinchada, pero para llegar a eso hay que trabajar mucho; tenemos un buen plantel, no hay duda.
- ¿Creés que tienen equipo para ser campeón?
- Tenemos; estoy seguro de que vamos a hacer un buen torneo.
- Después de Blooming, ¿a qué equipo lo ves con chapa de campeón?
- A Wilstermann, porque armó un buen plantel con jugadores de mucha experiencia. Después, los mismos de siempre, porque no creo que vaya a haber grandes sorpresas.
Perfil
Un jugador forjado en la alturaSus mejores años fueron en Real Potosí, equipo al que llegó tras haberse destacado en la Tahuichi. También jugó en Universitario y en San José, siempre en equipos de altura. Su primera experiencia en el llano es esta, con Blooming. “Espero no defraudar”, sostiene. Su nombre es Miguel Oswaldo Loaiza Tardío. Nació el 13 de enero de 1983. Es hijo de José Oswaldo Loaiza y Ruth Tardío; es el mayor de siete hermanos (Eduardo, Carola, Gabriela, Ivone, Enrique y Lauren). Su esposa es Ivonne Choque Pary y tiene dos hijos: José Miguel (8) y Gabriel Alejandro (3).
Con Fabol, los jugadores estamos más resguardados y mucho más seguros que antes”
Cuando me lesioné, el que más sufrió fue mi hijo mayor. Eso me dolió más que la fractura”
En la altura hay partidos que uno camina y juega bien, en cambio acá hay que correr, y mucho”
(El Deber)
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